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19 dic 2017

Érase una vez un referéndum

Érase una vez...

... una pequeña y próspera región de uno de los países del llamado primer mundo. Su economía crecía por encima de la media del país, su paro era inferior y su capital albergaba las sedes de muchas de las multinacionales del país, sobre todo del sector financiero. En esta región se daba además una particularidad, y es que sus habitantes hablaban una lengua distinta a la del resto del país.

En un determinado momento un partido regionalista-nacionalista ganó las elecciones, y ya desde el poder empezó a alimentar los sentimientos de identidad propia, acompañados de planes de fomento de la lengua y la cultura de la región, desplazando hasta casi marginar la otra lengua cooficial. Todo ello con un discurso en el que se ponía de manifiesto el desprecio del estado central hacia esa región y la represión y marginación hacia la lengua y cultura propia.

Un día, se animaron a plantear un referéndum. El mundo de los negocios no reaccionó muy biena esa convocatoria y hubo gran fuga de empresas y capitales. Perdieron el referéndum, no estaban suficientemente preparados, así que esperaron unos años y lo intentaron de nuevo. Aunque por un margen mucho menor, volvieron a perder, pero por aquel entonces el daño en la economía ya era irreversible. Incluso el banco que llevaba el nombre de la capital de la región se fue a una ciudad con mayores garantías de estabilidad.

A eso se le dio un nombre: El "Efecto Montreal". . 10, 15 años después del segundo referendum, seguían perdiendo empresas, como se ve en la imagen que adjunto (el segundo referendum es de 1995, y el primero de 1980). Hoy Montreal crece, pero muy por debajo de lo que crecía antes y por debajo del resto de ciudades importantes. Ha perdido gran parte de su influencia, su paro es superior al del resto de Canadá y su creación de empleo inferior. A pesar de ello, se está recuperando. Y a pesar de ello, hay voces que piden un tercer referéndum, el que les podría hundir definitivamente (o salvar si el NO gana esta vez abrumadoramente). El hecho de no tener ninguno de los bandos una victoria abrumadora llevó a la conclusión de que el SÍ seguiría intentándolo hasta conseguirlo, y el NO trataría de revocarlo en caso de perder, lo que hizo que lo de Quebec se llamara "Neverendum" (¿le suena a alguien?). Lo estamos viendo también en Escocia y con el Brexit, estas cosas sólo funcionan cuando uno de los dos bandos es claramente mayoritario, lo contrario rompe a la sociedad y crea una inestabilidad que espanta a la economía.

Cataluña dice mirarse en el espejo de Quebec, pero sinceramente no entiendo qué ven de bueno en ello. Barcelona ya es el nuevo Montreal, desangrándose a un ritmo récord. Los números de capital perdido, los recientes datos del frenazo en empleo y aumento de paro, el brusco descenso de su PIB... acojonan. Yo por mi parte, como valenciano, si en Cataluña siguen con la venda en los ojos, al menos espero que aquí acabemos siendo Vancouver. De momento los datos de nuevas empresas, los datos de empleo, la creciente actividad en puerto y aeropuerto, junto al hecho de ser en muchos aspectos una región similar a Cataluña, avalan el nuevo "Efecto Montreal".

Como dice esa famosa cita apócrifa, el que no conoce su historia está condenada a repetirla. Yo lo que no sé es qué decir ya de aquellos que, conociéndola, perseveran en el error.

10 oct 2017

Frente a la unilateralidad, reciprocidad

Cuenten ustedes esta entrada, dos años después de la anterior en este blog al que le habían salido ya telarañas, como una más de las múltiples, variadas, heterogéneas e inesperadas consecuencias de lo del Referéndum Catalán (no sabía si ponerlo en mayúsculas, pero le da como mayor entidad, ¿no?).

Bueno, el caso es que quería aportar mi granito de arena al debate. He de reconocer que soy muy poco amigo de los nacionalismos, siempre basados en algún tipo de supremacía (moral, racial, económica, cultural o una combinación de las anteriores) y en la discriminación y acoso al discrepante.

Pero tampoco me apetece mucho entrar en esa cuestión ahora. No, yo lo que venía hoy a proponer (pedir, quizás) es que se abandonara eso de la unilateralidad (RAE: "Que atañe o se circunscribe solamente a una parte o a un aspecto de algo") y se buscara una aproximación más enfocada a la reciprocidad ("Acción o sentimiento que se recibe en la misma medida en que se da"). Vayamos a los ejemplos.
  • Si hay algo que ha quedado claro del ideario independentista es que consideran que una minoría, cuando es suficientemente mayoritaria en una región (dicho de otra manera, cuando está suficientemente concentrada), está legitimada para decidir sobre su futuro - e inventarse su pasado, aunque ese es otro tema -. Esto vendría a ser un derecho fundamental y universal de los pueblos, sobre todo cuando esa minoria mayoritaria cuenta con algún tipo de representación institucional (evidentemente mayoritaria) en su región. Así pues, aplicando la reciprocidad, considero que este derecho debe aplicarse inmediatamente a los resultados del referendum sobre cada una de las poblaciones que han participado, y además debe reconocerse en la futura constitución catalana.
  • Evidentemente, y al margen de lo anterior, entiendo que el nuevo estado de la futura república catalana reconocerá el derecho de estas "mini-mayorías" de saltarse el marco legal y la constitución si algún otro derecho que reclamen, como el de no pagar sus impuestos, no lo reconocen legalmente, dado que el simple hecho de tener una representanción legítima y mayoritaria del pueblo les debería reconocer cualquier derecho.
Si esto que propongo, que no es más que extender los derechos que ellos mismos se han arrogado, no se le ve mucho sentido, o simplemente no es viable, sugiero de nuevo que apliquen la "reciprocidad" para entender un poco el problema planteado desde el otro lado.

Por otro lado, yo como miembro de la cuidadanía de esa ficción que llaman "Països Catalans", y dado que ya han reconocido -como buenos nacionalistas- su intención de anexionarnos en un futuro, solicito de nuevo la aplicación de la reciprocidad, y que hagan la consulta de independencia directamente a todos los "Països Catalans", a ver qué sale.

En fin, no sé cómo se va a salir de esta, pero creo que en Cataluña se han equivocado mucho en las formas, y más aún en el fondo. Una Cataluña independiente es viable, por supuesto que sí, pero mucho menos que una Cataluña sin la lacra del nacionalismo, que no ha traído nada bueno a ningún país en el pasado.

Ya sé que me estoy extendiendo demasiado, pero una vez leído hasta aquí, permítanme una propuesta de "Hoja de Ruta":
  1. Se celebra un referendum a nivel nacional con la pregunta: "¿Quiere que el gobierno nacional y autonómico negocie la creación de un estado independiente en Cataluña?". Las opciones serían "SÍ"/"NO"/"RESPETO LA DECISIÓN DE LOS CIUDADANOS CATALANES" (Esto último les reconocería su derecho a decidir)
  2. Con lo que salga, además de conocer lo que se opina a nivel autonómico y nacional, se pueden poner a negociar. NOTA: Que quede claro que el referéndum no reconoce - aún - el estado catalán.
  3. Una vez negociadas las condiciones que requerirían seguro de mediador (como español tengo bastante claro que podría incluir el apoyo futuro a la entrada en la Unión pero no su pertenencia implícita), se hace un segundo referendum vinculante, consultando a nivel nacional si se aceptan o no esas condiciones. El principal objetivo de este doble referendum es evitar un lío como el del Brexit. Es imprescindible que la decisión final se haga conociendo las consecuencias.
Bueno, gracias por leer. Esto ha sido más una catarsis que algo realmente útil, pero lo reconozco: necesitaba escribirlo. Y como tampoco se pasa casi nadie por aquí.... ;)
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