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31 ago 2011

Tell the girls I'm Back in town

Bueno, se acabó lo bueno, adiós vacaciones, toca ganarse el pan. En realidad llevo ya tres días en el tajo, pero cuesta arrancar, y cómo.

Cuando ayer se despidió maslama en su blog (jooo maslama, qué pena) y leí que C.C. Buxter estuvo el verano planteándose el cierre del suyo (menos mal que al final no ha sido así), unido a las desapariciones de Dupin, Layna y JLin, me dije: Voy a postear algo, aunque sea una chorrada como esta, por mucho que me cueste arrancar.

Así que aquí estoy, tratando de ponerme de nuevo en marcha, poquito a poco. Nos leemos. Una cancioncilla de bienvenida, que siempre hace esto más alegre.

5 ago 2011

Relatos Enlazados: ¿Fin?

Bueno, pues ha llegado el momento de cerrar la interesante experiencia que dió comienzo el pasado 17 de Junio en El Tablon de JLin, y tras hacer escalas (a cual más interesante) en Las Puertas de Gondolin, close2u, la recién remodelada Taberna de Montse, Crónicas desde el auto, Sybila Layna, borgo, El blog del Tirador Solitario, La risa de las ratas, A pink kink in your think, La tienda de Lope, Las gatas madrileñas, el Patio de los Senescales y La guarida del eremita, todos ellos entusiastas y dedicados colaboradores de esta iniciativa de Los Relatos Enlazados, me toca a mi dar el cierre (o intentarlo) aquí en esta vuestra casa, no sin antes agradecer a todos el haber participado. Y los que no se hayan leido las entregas anteriores, ¿a qué esperan?.

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No hay ninguna luz encendida en el local, cerrado hace ya horas. Y sin embargo, podríamos decir que todo el local emana luz. No es una luz brillante, aunque no está claro tampoco que podamos llamarla luz tal y como la entendemos, no parece iluminar sino proyectar las imágenes. Las dos personas que quedan en el local se perfilan claramente, incluso ellos mismos parecen emitir parte de esa extraña luminosidad. Están hablando, y el tono de la conversación nos transmite preocupación, hasta el punto de pesarnos como una losa sin saber siquiera de qué hablan. Nos acercamos para oirles mejor.


- ¿Cómo ha podido pasar?
- Es algo ciertamente sorprendente lo de Lucas. Un salto no debería haber sido posible aquí adentro.
- Sí, pero ha ocurrido. Y se ha abierto una brecha que, además de los problemas que nos traerá a partir de ahora, ha acabado de debilitar las barreras, seriamente dañadas desde lo del Jottun. Ya te dije entonces que teníamos que protegernos.
- ¿Y no lo hicimos acaso? ¿No le dijimos al maestro Eddun que potenciara los amuletos que Gorrión coloca cada noche? No sé cómo atravesó la protección el Jottun o si le ayudó alguien, pero lo que hicimos después era todo lo que podíamos hacer.
- Por supuesto, tienes razón, es sólo que estoy algo tenso. Lo que está claro que todo empezó a desmoronarse cuando el Jottun cercenó las manos de don Floro. Además de la cantidad de energía que tuvimos que gastar para enmendarlo, con el jaleo ese día Irene perdió la piedra llave, la verde.
- Ya te dije que ha buscado nuevo dueño, lo vi hace un par de noches en uno de mis viajes. No se ha ido de este mundo aunque ha saltado unos ciclos. No tengo muy claro cuánto tiempo, pero sí que es bastante después de habernos ido. Algo para lo que creo que ha llegado el momento.


Nos acercamos más y distinguimos a los que están teniendo esta misteriosa conversación. Son un hombre y una adolescente. Cuando escucha, él tiene un aspecto afable, incluso bonachón, con facciones que automáticamente hacen que te sientas cómodo hablando con él, como si fuera un amigo de toda la vida. No es demasiado alto lo que resalta aún más su generosa barriga. Su voz es profunda y amable, pero firme. Está en esa edad en la que ya no se puede afirmar que sea de mediana edad pero todavía está en plenas facultades. Ella es alta y no cabe duda de que la naturaleza ha sido muy generosa con ella. Tiene una melena hasta la mitad de su espalda, tan negra que parece beberse toda luz que comete el error de acercarse demasiado. Su rostro conserva un aura de inocencia y el tono de su voz transmite curiosidad e impetuosidad casi infantil, pero incluso un vistazo nos basta para darnos cuenta de que su mirada es cualquier cosa menos inocente, está llena de madurez y sabiduría, una sabiduría centenaria. Tras pensar unos momentos sobre lo que ella acaba de decir, el hombre retoma la conversación.


- Sí, estoy de acuerdo. De hecho, ya hemos visto las consecuencias. Si nos demoramos y las barreras acaban cayendo, seríamos responsables de lo que pasara en este mundo, y esta vez no podremos excusarnos en el desconocimiento.
- La estancia aquí ha sido bastante más larga de lo habitual, tanto que se me va a hacer difícil alejarme de algunos de los que hemos conocido, a los que les he cogido mucho cariño y no dudo en llamar amigos. Me encantaría quedarme y saber cómo acaban sus historias.
- Gudrun, sabes tan bien como yo que las historias no acaban con las personas, aunque muchas empiecen con ellas. Y algunas de esas historias seguirán y crecerán en nosotros, se vendrán allá donde nos instalemos.


Los conocemos, claro que los conocemos, ¿cómo no los hemos reconocido antes?. Ella es Gudrun y él por supuesto Carloto, estamos con ellos en la taberna, en el Enano Saltarín, donde tan buenos ratos hemos pasado últimamente. ¿Han dicho que ha llegado el momento de irse?


- Ya sabes lo que quiero decir. Hemos visto a Jimena convertirse en mujer, ¡y vaya mujer!, celebramos con Fulgencio cuando nació su nieta, y cuántas veces habremos visto a don Floro venir a jugar la partida después de cerrar. Es lo más parecido a una familia que he tenido en ciclos.
- Han pasado muchas almas por aquí estos años, y algunas de ellas han echado raíces. Bueno, los viajantes seguirán viniendo, allá donde estemos volveremos a ver a Irene en uno de sus periódicos despertares, y no dudes que Aldrean seguirá llenando de historias la taberna. Puede que nos acabe visitando también el nuevo dueño de la llave verde. ¿Cómo has dicho que se llamaba?
- Santos, si no recuerdo mal.
- Eso. La llave ya le estaba empezando a guíar, según me dijiste. Y Jacinto con su Gurgl no tardará tampoco en acudir.
- Me había acostumbrado a ver al Gurgl de Jacinto como un mono, a saber con qué nos sorprenderá ahora. Sé que los viajantes vendrán, necesitan hacerlo, pero son imprevisibles: igual vienen cada semana durarnte una temporada como desaparecen durante meses, incluso años. Yo me refería a los mundanos, los de aquí, los habituales.
- Por supuesto que yo también los echaré de menos. Pero ya sabes que ellos nos olvidarán, siempre pasa al poco de irnos. Algunos de ellos nos recordarán en fragmentos de sueños, otros como historias, pero no recordarán haber sido ellos los que venían a beber, jugar y charlar aquí. Puede que alguno lo haga, y se convierta en viajante, pero es algo que ocurre muy pocas veces. Así es como es, y es lo que debe ser.


Oímos los nombres que mencionan y evocamos sus rostros, sus gestos. La descarada sensualidad de Jimena, las entrañables diatribas del anciano Fulgencio, los sabios consejos de don Floro, el boticario, el enamoradizo Lucas, el misterioso y algo inquietante Jacinto. Claro que sí, nosotros hemos pasado también buenos ratos con ellos, grandes e importantes momentos.


- Bueno, está decidido. ¿Nos ponemos en marcha?.
- Sí, vamos allá, no tiene sentido esperar más, no merece la pena correr el riesgo.


Vemos a Carloto acercarse a la barra y abrir una trampilla situada debajo de los barriles de cerveza y vino, una trampilla que habríamos jurado no haber visto antes. Saca de la trampilla una llave. No es una llave que tenga nada de especial, es una de esas antiguas de hierro, medio oxidada y algo mellada en su empuñadura. Se acerca con Gudrun a la puerta.


- ¿Cuándo fue la última vez que la cerramos?. Es curioso recordar cuando construimos la taberna enfrente de la botica, y la inaguración posterior, incluso sabiendo que no ocurrió.
- En cierto modo estoy ansioso de ver dónde acabamos ahora. Mañana será desde luego un nuevo día, y vendrá con un ayer completamente distinto, en un lugar que hoy aún desconocemos. Eso siempre me ha parecido excitante.
- A ver si esta vez te toca a tí ser el niño.


Carloto gira la llave en la puerta principal de la taberna, tres giros a la derecha, dos a la izquierda y de nuevo uno a la derecha. Devuelve la llave a la trampilla, que cierra cuidadosamente y se sube con Gudrun a acostarse. Antes de desaparecer, Gudrun se gira, nos mira directamente y dice:


- Vosotros también sereis bienvenidos, pasaros a vernos.

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Bueno, pues ha sido muy ilusionante ver cómo 15 blogs distinto nos hemos puesto de acuerdo, y sorprendente semana tras semana ver el nivel de los participantes. Espero que os haya gustado mi aportación a pesar de su extensión.

Yo me voy hoy de vacaciones, lo que no quiere decir que no me vaya a pasar por aquí aunque no lo haré demasiado a menudo (si ahora estaba sólo medio de vacaciones -toda la familia menos yo- y ya pasaba poco....) pero pasarme me pasaré.
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